Conociendo al profe: de sufrir acoso escolar a tocar en Arenal sound.

Desde hace más de 5 años vengo dedicándome a dar clases de guitarra.

Lo que comenzó como una forma para ganar algo de dinero y poder pagarme algunos caprichos es ahora mi medio de vida. Sin temor a equivocarme y con gran orgullo puedo decir  que vivo de la música.  Algo que, sin duda, considero todo una suerte y un privilegio y que está al alcance de muy pocas personas.

Sinceramente considero que no es el talento lo que me ha llevado a esta posición privilegiada, creo que entre mis propios alumnos hay gente mucho más capacitada que yo para poder tocar la guitarra y poder ser grandes músicos.  En mi opinión estoy convencido de que mi suerte radica fundamentalmente en dos cuestiones bien distintas.

En primer lugar, el haber creído en mi mismo, el ser constante y no desfallecer en los momentos de zozobra. Si una enseñanza te puede traer el aprendizaje de un instrumento es que la constancia y la paciencia deben ser tus principales armas de virtudes.

En un segundo lugar la pasión. Si, se que suena a frase barata de libro de autoayuda pero creo que sería imposible dedicar tantas horas y sacrificar tantas cosas sino fuera porque vives con pasión y disfrutas de tu trabajo.

Son horas de trabajo, de compartir un rato de música, pero también mucho más… sueños, frustraciones, confidencias, momentos impagables porque trascienden a algo que va mucho más allá del valor material  que puedas estar ganando por llevar a cabo tu trabajo.

Y es precisamente este punto, el de compartir un pedacito de mi vida, el que en ocasiones siento haber perdido con mis alumnos debido a que cada vez resulta más complicado encontrar esos pequeños momentos de intimidad que si me ofrecía el dar clases particulares en mi casa.

Seguramente con esa intención, con la de que me conozcáis más como persona y por si mi testimonio de vida os puede ayudar en algo, siento la enorme necesidad de escribir estas líneas y compartirlas con todos vosotros.

La verdad es que podría decirse que yo comencé a tocar la guitarra casi de una forma casual, como la mayoría de las personas.

Tendría aproximadamente 18 años cuando de forma furtiva le robaba la guitarra a mi hermano mayor e intentaba tocar algunas notas de un libro de partituras de Extremoduro, por entonces mi grupo de cabecera.  Sinceramente se me daba fatal… para empezar porque soy zurdo, de manera que de forma natural tendía a agarrar la guitarra al reves y en segundo lugar, porque precisamente no se puede decir que haya sido nunca persona bien dotada para ningún tipo de arte…

Sin embargo mi pasión por la música y mi necesidad de encontrar algo que me permitiese evadirme de mi complicada realidad hacían que cada día me sintiese más atrapado por tocar la guitarra.

Por aquel entonces la verdad es que no contaba con muchos amigos, todo lo contrario, tenía graves problemas de socialización, me encontraba marginado y era objeto del acoso de muchos de mis compañeros de clase.

Además tuve la desgracia de sufrir una serie de circunstancias muy traumáticas que sin duda me condicionaron durante una buena parte de mi juventud.

La guitarra se torno, por tanto en la herramienta más efectiva para tratar mi depresión y tener un motivo por el cual salir de la cama… no es que fuese capaz de canalizar mis sentimientos (tocaba muy mal para poder expresar nada con la música), pero al menos me entretenía y evadía.

De esta manera cada día trataba de sacar un hueco por corto que fuese para tocar la guitarra. Me hacía sentir bien, me ayudaba a no pensar en nada… sentía placer del simple hecho de notar mis propios progresos con respecto al día anterior.

Mi situación personal poco a poco fue mejorando al paso de que era capaz de hacer sonar mejor mi instrumento. Lo que eran notas desacompasadas poco a poco se iban transformando en melodías… comenzaba a sentirme capaz después de mucho tiempo de lograr algo por mis propios medios.

Hasta entonces la gente y yo mismo en connivencia me había convencido de que no no valía para nada.

Es duro, sobretodo si eres un niño, que te hagan sentirte un fracasado. Siendo adulto descubres que esa sensación uno solo puede sentirla si está dispuesto a aceptarla, si se resigna y no lucha por demostrarse a sí mismo que “si se puede”.

Pero la música si me daba esa oportunidad, mi guitarra no me prejuzgaba ni me estereotipaba…

Con el paso del tiempo aquella afición de tocar la guitarra en solitario pasó a ser algo más. Comencé a relacionarme con más gente, muchos de ellos con mis mismas ganas y pasión por la música y juntos comenzamos a tocar.

Recuerdo perfectamente nuestros primeros pasos en la música… eramos horribles. Yo era el puto amo porque me daban clases (quizá llevaba 2 meses), el resto ni siquiera sabían bien como se enchufaba el instrumento. Nuestro cantante era tartamudo… pero lo pasabamos de cojones. A nadie nos salían los acordes de cejilla, pero teníamos los cojones de grabarnos un video y colgarlo en youtube (entonces no era tan Mainstream). Afortundamente ese video se borró hace muchos años!!

Y poco a poco aquella pasión fue yendo a más. Algunos dejaron la música cuando vieron que no era simplemente echar la tarde y fumarse dos porros, que la cosa era más seria… que teníamos ganas de tener una banda. Y así fue desfilando gente y fueron pasando los años.

Y en el transcurso de ese tiempo viví experiencias increibles, cosas con las que seguramente ni en mis mejores sueños jamás hubiese creido ser capaz de conseguir. Desde aparecer en grandes medios musicales como ahora Mondosonoro o ser entrevistado en algunas emisoras de radio como la Cadena ser, hasta tocar en algunos de los festivales más importantes como el Arenal Sound de burriana.

Aun así el día que cumplí 27 años y vi que no me moría (como hicieron todos los grandes… Hendrix entre otros) comprendí que en el Olimpo de la música no había un sitio reservado para mí. Que lo mío iba a ser mucho más el pisar la calle, el ayudar a que chicos y chicas con la misma pasión que yo y que pudiesen estar viviendo una realidad similar a la mía pudiesen encontrar en la música ese momento de paz. Y que, en general, todos mis alumnos pudiesen disfrutar ya no solo de aprender a tocar la guitarra… sino de la música como forma de ser y de estar en el mundo. Recuerdo, como minutos antes de mi primer concierto, tuve que esconderme en el baño porque se me saltaban las lágrimas de la emoción. La misma que sentí hace 2 años cuando por primera vez organizaba un concierto para mis alumnos y los veía tocar sin ningún miedo encima de un escenario.

Por eso creo que mayor éxito, sin duda, en la música no ha sido el cuanta gente me ha podido o no escuchar en directo o en cuantas ciudades diferentes he podido o no tocar con alguna banda… mi mayor éxito ha sido el poder conseguir hacer de mis sueños una realidad y haber podido superar esa barrera mental que me decía que yo no era capaz de hacerlo.

Y, si podría decir que lo he conseguido… porque todavía recuerdo en mi cabeza como resonaba la idea de “joder que guapo estaría poder dedicarme a dar clases de guitarra”.

Tratar de ser mejor profesor y mejor persona cada día es mi objetivo y mi alimento para conseguirlo sois todos vosotros/as.

Ojala que estas líneas sirvan a alguien de motivación, en cualquier caso estoy seguro de que han podido servir para que conozcáis mejor a vuestro profe.